OBRAS DE CALDERÓN DE LA BARCA EN TRUJILLO

OBRAS DE CALDERÓN DE LA BARCA EN TRUJILLO

Por José Antonio Ramos Rubio

En la iglesia de San Martín de Trujillo se conservan dos Autos Sacramentales, manuscritos de Calderón de la Barca, impregnados de religiosidad y simbolismo teológico, fechados a mediados del siglo XVII.1

Uno de los manuscritos tiene diez Autos Sacramentales, con un total de 339 folios, que incluyen los títulos, literalmente: ‘Psiquis y Cupido’, ‘La Segunda Esposa’, ‘El Segundo David’, ‘Psiquis y Cupido’, ‘Llamados y Escojidos’, ‘No ay mas fortuna que Dios’, ‘El Cubo de la Almudena’, ‘La torre de Babilonia’, ‘La Lepra de Constantino’ y ‘El Arca de Dios Cautiva’.

Otro de los manuscritos tiene nueve Autos Sacramentales, que ocupan 322 folios, que incluyen los títulos, literalmente: ‘El Demonio mudo’, ‘A Dios por razón de Estado’, ‘La Cruz donde murio Christo’, ‘Las dos Estrellas de françia’, ‘Las Espigas de Ruth’, ‘El Año Santo en Roma’, ‘La Prudente Abigail’, ‘La piel de Gedeón’ y ‘El Cordero de Ysaías’.

Fueron escritos, con raíz más ética que cristiana, en una época en la que Europa sufrió la Guerra de los Treinta Años y buscó un nuevo orden internacional, simultáneo al lento declinar de la monarquía. El Siglo de Oro de las letras y las artes, que fue también el siglo de crisis que habría de definir después Ortega y Gasset como el del aislamiento o “tibetanización” de España. Algunos de estos Autos se representaron en el atrio de San Martín.2

Calderón detentará en exclusiva la escritura de estas piezas de teatro sacro en la que, con el enorme aparato escenográfico de los carros, se escenifica de manera grandiosa pero didáctica los misterios de la fe y la proclamación del dogma de la Eucaristía.

La nobleza civil y eclesiástica contemplaron estos dramas en la Plaza trujillana, punto culminante de una dramaturgia en la que convergen la suma de todas las artes, desde la música hasta la brillante disposición visual de tramoyas y apariencias. Los personajes alegóricos poblaban el tablado en representaciones que, si por un lado reflejan el pensamiento ortodoxo del momento frente a la herejía, por otra documentan que Calderón fue también víctima de la intolerancia del momento.

1 Romera Castillo, J. y Lorente Medina, A.: ‘Dos nuevos manuscritos de Autos Sacramentales Calderonianos’. Actas del Congreso Internacional sobre Calderón y el Teatro Español del Siglo de Oro, Madrid, 8-13 de junio de 1981, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1983, pp. 276-297. Rull, E. y José Carlos de Torres: ‘Manuscritos calderonianos de Autos Sacramentales’, en Segismundo, XIII, núm. 25-26, 1977, pp. 147-186. Romera Castillo, J.: ‘Auto Sacramental de Calderón en la iglesia de San Martín de Trujillo’. Revista Número, Madrid, mayo-junio de 1982. Valbuena Part, A.: ‘Los autos sacramentales de Calderón (clasificación y análisis)’. Rhi, LXI, 1924, pp. 210-217

2 Ramos Rubio, J. A.: ‘Anotaciones históricas acerca de la fiesta del Corpus en Trujillo y sus representaciones dramáticas en el Barroco’. Actas del Congreso Trujillo: Desde el Barroco al Neoclasicismo (siglos XVII y XVIII). Trujillo, 2003, pp. 197-207

OBRA INÉDITA DE JULIÁN PÉREZ MUÑOZ

OBRA INÉDITA DE JULIÁN PÉREZ MUÑOZ

José Antonio Ramos Rubio y José Antonio Ramos Gil

En la Colección Collado-Díaz, se encuentra un cuadro inédito del pintor pacense Julián Pérez Muñoz. Óleo sobre tabla.

El artista nos ofrece un paisaje rural en el que el personaje y los bueyes que van tirando de un carro adquieren una premeditada quietud. Fiel a sus principios pictóricos ordena el cuadro de una manera ordenada y planimétrica. La gama cromática es suave, prevaleciendo los verdes y azules, todo ello dentro de una composición equilibrada del color y en consonancia a su faceta cubista, con trazos geométricos, pasando con suaves trazos de la curva a la contracurva, consiguiendo auténticos efectos atmosféricos  y de lo figurativo a lo abstracto.

Medidas: 90 x 40 cm. Firmado (inferior lateral derecho)

JulIán Pérez Muñoz nace en Badajoz en 1927. Estudia pintura mural y procedimientos en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid con Ramón Stolz. Asiste a las clases libres de Círculo de Bellas Artes. Profesor Numerario de Dibujo. Escenógrafo de TV y teatro. Como pintor mural ha realizado numerosas obras, entre ellas se pueden citar: Siete Iglesias en Extremadura, Iglesia de Derio Vizcaya, Sala de juntas del INAI Ciudad Universitaria de Madrid, Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid, Asamblea de Extremadura, Instituto Interamericano de Cooperación Agraria (Costa Rica), etc. Pensionado en Italia entre 1955 y 1957. Premio de la Fundación Rodríguez Acosta (1960). Tercera Medalla de Pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1960). Premio de Bellas Artes de la Fundación March . En el año 1967 el Ministerio de Educación y Ciencia le distingue con la Cruz de Alfonso X el Sabio. Figura en el pabellón de España en la VII Bienal de Alejandría y la ‘Exposition d’Art Plastique Espagnol Contemporain’ Túnez (1968). Europalia Amsterdan (1985). Ha realizado cincuenta exposiciones individuales: Saletta Brufani Perugia. (Italia), Sala Macarrón, Galería Foga 2 (Barcelona), Galería Illescas (Bilbao), Galería Sokoa, Galería Christian Franco (Badajoz), Galería Pinacoteca, (Roma. Italia). Galería Radicke (Bonn. Alemania ), etc. Su obra figura en el Museo Español de Arte Contemporáneo, Museo Nacional de Grabado, Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz, Museo de Arte Contemporáneo del Alto Aragón (Huesca), Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo MIAC (Badajoz), Centro cultural Villa de Madrid, Museo Diocesano de la Catedral de Badajoz. Podemos contemplar gran parte de su obra, a veces, con la colaboración de su mujer María José Cavana, también artista, en las iglesias de algunos de los «pueblos nuevos» del Plan Badajoz, como Gévora, Balboa, Valdelacalzada o Barbaño. Fallece en Madrid en el año 2009.

Bibliografía consultada:

Chávarri Porpeta, R: La pintura española actual. Madrid, 1973.

Hernández Nieves, R: Museo de Bellas Artes de Badajoz. Catálogo de pinturas. Badajoz, 2003.

León Cascón, M. A: “Julián Pérez Muñoz y Bonifacio Lázaro Lozano, dos pintores de la segunda mitad del siglo XX Bajoextremeña. Su huella en Badajoz”. VIII Congreso Nacional de Historia del Arte. Cáceres, 1990.

Pérez Reviriego, M : Cien artistas de Extremadura. Ed. Carisma, 1996.

Varios autores: Catálogo de la Exposición de Julián Pérez Muñoz. Muba, Badajoz, 2004.

Varios autores: Diccionario de pintores y escultores españoles. Siglo XX. Tomo II. Ed. Forum. 1994.

LA ERMITA DE SAN JORGE

LA ERMITA DE SAN JORGE

En la ciudad de Cáceres no tenemos ninguna Iglesia, ninguna Ermita, ni ninguna Imagen de San Jorge, nuestro patrón, que esté al culto.

          Tenemos una escultura de San Jorge en la plaza de su mismo nombre, obra del artista de Arganda del Rey (Madrid) José Rodríguez Aranda, una representación de San Jorge con una lanza en la mano derecha combatiendo al dragón que se encuentra a los pies del caballo.

          Más figuras de San Jorge en Cáceres están en el Retablo Mayor de la Concatedral de Santa María; en el Retablo Mayor de la Iglesia de la Preciosa Sangre; en una hornacina en el vestíbulo del palacio de Carvajal; en un azulejo en el vestíbulo del Palacio de los Golfines de Arriba, etc.

          Lo que sí podemos constatar es que a unos doce kilómetros de la ciudad, frente a la Torre de los Mogollones, nos encontramos, en mitad del campo, un enigmático edificio, único en España por su diseño, estamos hablando de la Ermita de San Jorge o de San Salvador para algunos.

          El edificio se encuentra en estado ruinoso, semioculto en un terreno sumergido, pero del que no tenemos documentación. La mayoría de los estudiosos creen que se trata de un colector de agua, que posteriormente fue usado como ermita. Lo construyó Diego García de Ulloa “El Rico” en el siglo XIV.

          Consta de nave central, capilla, sacristía y coro de pequeñas dimensiones. Presenta pinturas murales con escenas bíblicas del Antiguo Testamento y de la vida de Cristo, con inscripciones en latín, atribuidas al pintor cacereño Juan de Ribera en el año 1565, según consta en una esquina del templo.

          Hay dos versiones que hablan de su utilización, como colector de agua del pequeño poblado o que fuera una capilla para dicho poblado. Algunos la ven como un

 

culto al agua con ritos de bautismo y purificación por inmersión: donde el caballero entraría montado en su corcel y una vez en el agua era bendecido por un sacerdote.

          Ojalá la Administración pueda hacer que se recupere ya que tiene un valor histórico y artístico incalculable. En la actualidad se están haciendo gestiones para su cesión o su titularidad pública y se acometa la restauración y puesta en valor. Otra solución sería la reubicación de la ermita en otros terrenos evitando la humedad tan grande del lugar en la que se encuentra.

          En el año 2015 se creó en Cáceres la “Asociación Fraternal San Jorge-Cáceres”, con el objetivo de fomentar el culto y la devoción del Santo en la ciudad. Recordemos que en el año 1548 se fundó en Cáceres una Cofradía dedicada a San Jorge que desapareció en el siglo XIX. Deseamos que dicha Asociación pueda cumplir sus objetivos y fines y que el pueblo de Cáceres conozca, quiera y venere a San Jorge como se merece, y si puede ser en una capilla o ermita mejor.

CONSTRUCCIONES MEGALÍTICAS INÉDITAS

CONSTRUCCIONES MEGALÍTICAS INÉDITAS

Autores:
Enrique Casadomet Cercas
José Antonio Ramos Rubio
Francisco Pérez Solís 

Extremadura es rica en la existencia de monumentos megalíticos, encontrando la mayor concentración de dólmenes en el oeste de la región, enlazando con el conjunto megalítico del Alentejo portugués y estando en Valencia de Alcántara el mayor número de ejemplares.

En el término municipal de Salvatierra de Santiago, hemos localizado dos dólmenes de corredor, inéditos; y otro, en el término municipal de Montánchez, en un paisaje de dehesa, con herbáceas y aprovechamiento agrícola-ganadero, relacionado con la actividad antrópica, respondiendo a las preferencias que proliferan en la ubicación de este tipo de construcciones que pasa por la valoración de los sustratos geológicos, la proximidad de agua (río, fuente), zonas de paso y materias primas de interés (entre el sustrato granítico y pizarroso).

Salvatierra de Santiago es una de esas villas cacereñas que ha sido ocupada desde la Prehistoria, fruto de su excelente ubicación y de la explotación de los recursos de la tierra. Se encuentra junto a la vieja calzada que hoy es cordel de gana­dos y que comunicaba Mérida con Trujillo y Toledo (Calzada Emérita Augusta-Cesaraugusta), por donde el 2 de marzo de 1526 Carlos V viajaba parando a pernoctar en el Hospital de peregrinos que tenía la villa.

Los restos más antiguos localizados corresponden a la Edad del Bronce Final, consistente en una estela de granito en la que aparece grabado un escudo partido por la mitad y una espada superpuesta de manera transversal. De la Edad del Hierro existen restos de un recinto fortifi­cado en la zona conocida como Los Canchuelos1.

 De la presencia romana en la pobla­ción son varios los yacimientos ar­queológicos existentes en el término municipal: Los Dados, Los Corrales, La Solanilla o Santa María, Cercón del Revuelo2, habiéndose encontra­do uno de los conjuntos epigráficos más interesantes de la provincia de Cáceres, compuesto por aras voti­vas y funerarias3.

 Del siglo VII se han localizado tum­bas antropomorfas excavadas en la roca, siendo la más conocida como “la tumba del moro”, en la entrada del pueblo y dos tumbas más con cazoletas en el camino a Benque­rencia. También, perteneciente a los visigodos, se ha hallado en los años 80 del siglo XX una Cruz Laureada y que en la actualidad se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Cáceres.

1.- Dolmen I,  El Canchal I,  Salvatierra de Santiago.

A 39º 30′ 28,52» norte y -6º 06′ 20,32» oeste hemos localizado los restos de un dolmen de corredor, concretamente en la finca Los Castellanos. A escasos 350 metros hay un abrigo con grabados a modo de cazoletas y piqueteados; y restos de un asentamiento tardorromano. 

Se ve claramente las diferentes técnicas utilizadas en los grabados, diferenciando el piqueteado y la incisión, no habiéndose encontrado restos de pintura en ninguno de los dos casos, si bien no se descarta su uso. Las dataciones del yacimiento tienen gran dificultad ante la ausencia de contexto o de técnicas de datación directa aplicables por lo que la tendencia es a definir una época calcolítica, donde proliferan cazoletas, retículas y puntos.

Es un dolmen espectacular en cuanto sus medidas (6,30 x 3,70  ortostatos  98 x 70), cuya entrada está orientada al sureste, constituyendo la orientación un elemento más del normativismo que preside la creación de estos espacios.

Se trata de un monumento consistente en una cámara que configura una estructura circular cubierta por un túmulo. La cámara está formada por cuatro ortostatos colocados verticalmente, y al lado, en superficie cinco ortostatos más. La planta tiende a formar un círculo y corredor formado por cuatro ortostatos clavados longitudinalmente, de menor altura que la cámara. Es un dolmen con corredor de tipo medio característico del occidente de la cuenta extremeña del Tajo, manifestando su continuidad en las áreas portuguesas y zonas donde se han localizado este tipo de arquitectura constructiva o por ejemplo en Alcántara, Valencia de Alcántara o Santiago de Alcántara.

 2.- Dolmen II, El Canchal II, Salvatierra de Santiago.

En la dehesa boyal de Salvatierra de Santiago, a 1 km escaso del anterior, al lado un asentamiento presumiblemente tardorromano,  a 39º  28′ 96,78»  norte y -6º 06′ 20,29» oeste se encuentra este otro dolmen o sepultura de falsa cúpula.

El módulo de construcción de las cámaras es similar al anterior, posee corredor largo: siete ortostatos apoyados unos en otros, parcialmente tallados, como una pieza más ancha en la cabecera. La diferencia estriba en la largura del corredor que se amplía repitiendo el módulo inicial de un ortostato vertical seguido de otro horizontal. Por otra parte, la constatación de espacios trapezoidal es entre el inicio del corredor y la entrada del túmulo iguala, aún más, el sepulcro de corredor. La cámara con corredor está realizada en pizarra y granito, respondiendo a la materia prima más accesible en su entorno.

 3.- Dolmen III,  Montánchez.

En el término municipal de Montánchez, a 39º 25′ 48,71» norte y -6º 14′ 91,29», en la Dehesa Boya, próximo al río Salor, localizamos un dolmen que se aprecia claramente aunque apenas aflora en superficie. Especialmente por la presencia de bloques de granito, correspondientes a la cámara, definida por una serie de piedras alineadas en semicírculo que sugieren la cámara. Es de corredor largo, algo desplazado respecto al eje de la cámara y orientación ligeramente desviada hacia el sureste. Se conservan cinco ortostatos parcialmente enterrados en la tierra, el resto han sido expoliados. El tramo de entrada a partir del túmulo tiene altura y está enterrado descubierto en su origen como sistema de señalización del paso al monumento. Seguramente en estos sectores abiertos y públicos era donde se situarían estatuillas está localizado en algunos otros monumentos megalíticos extremeños. No obstante, también hemos de tener muy en cuenta que aún no se ha realizado ninguna excavación ni en este monumento ni en los anteriormente estudiados. Hemos localizado en superficie restos de materiales cerámicos, documentados en su superficie que permite identificarlos como materiales bajo túmulo.

Estamos ante tres interesantísimos monumentos megalíticos inéditos fechables en los inicios del IV milenio antes de Cristo.

1. Dolmen del Corredor, canchal

7. Dolmen II, el Canchal II.

Detalles de los grabados a modo de cazoleta.

8. Dolmen de Montanchez.

El pozo milagroso de Santa Cruz de la Sierra

El pozo milagroso de Santa Cruz de la Sierra

Santa Cruz está situado al sureste de la provincia de Cáceres a 15 Km. de Trujillo en dirección a Miajadas, junto a la A-V, en la falda norte de la sierra que lleva su nombre. En los siglos XVI y XVII, principalmente, fue lugar de residencia permanente o eventual para parte de la nobleza trujillana. Está documentado que allí vivieron durante esa época los Torre Hinojosa, Escobar, Alvarado, Chaves, Chaves Orellanas, Paredes, alguna rama de los Pizarro, etc., además de otras familias de hidalgos como Miranda, del Toril, de la Rivera, de la Fuente, de la Cueva, Hontivero, Vicioso, Vaca… Y aquí dejaron sus pequeños palacios o casonas solariegas, cuidadosamente construidas con un granito más moldeable que el de la sierra. Pero todo ello, que hoy sería un lujo y un orgullo de la localidad el contemplarlo y poderlo mostrar, ha ido desapareciendo y es escaso lo que de aquella época se conserva. Unas veces, piedra a piedra se han vendido al mejor postor, y otras han sido hurtada muestras enteras de fachadas o parte de ellas, ventanas, escaleras, cocinas, cantareras…, sin que nadie impidiera su salida de la localidad, como un bien patrimonial y cultural, que le pertenecía.

De todo ello, a mi modo de ver, sobresalía por su amplia y hermosa construcción el convento agustino recoleto, que además contenía un pozo milagroso dentro de la iglesia conventual, aunque esto no siempre fue así. Desde el siglo XVI, al menos, se tenía noticia de que en dicho enclave aparecían unas luces misteriosas y “había un pozo cuyas aguas tenían la virtud de sanar enfermedades, especialmente de viruelas, y en busca de ellas venían gente “desde lo más remoto de este reyno y también del de Portugal”[1].

Don Isidro Parejo Bravo, cura de Santa María de Trujillo a mediados del siglos XVIII, afirma que al obispo de Plasencia, don Pedro González de Azebedo (obispado 1595 a 1609) se le aparecieron en “visión imaginaria unas luces que han salido de este sitio, y en él estuvo tres meses pidiendo a Dios le declarase su voluntad, …, aquí recibió información de personas fidedignas y de la mayor distinción, que declararon haber visto muchas y varias veces dichas luces y ver venir muchos enfermos de diversas partes y habiendo bebido sus aguas quedar sanos de diferentes achaques”, y reconoce que no hay memoria desde cuando vienen sucediendo estos hechos[2].

Con anterioridad al primer cuarto del siglo XVII ya habla de esos sucesos, entre otros, D. Sancho Dávila lib. 3 De la veneración de las reliquias, cap. 11, nº 3.

Bernabé Moreno de Vargas en su “Historia de la ciudad de Mérida”, año 1633, escribe que en dicha localidad “de ordinario se ven unas luces milagrosas, y se entiende son señales de que allí están escondidos algunos cuerpos de santos, pues otras semejantes luces se han visto adonde había cosas de este género”[3]

El que estuviese el pozo en la iglesia conventual es debido a que el 6 de julio de 1627 Don Juan de Chaves y Mendoza compra el pueblo, con todo lo que en él había, incluido sus habitantes[4]. Pero la venta de la localidad supuso un gran revés para sus vecinos, que optaron a su propia compra, sin que el rey diera opción a ello, a pesar de haberlo prometido en la orden de venta. Se opusieron igualmente 12 sacerdotes que por entonces había en el pueblo. El señor de la villa, para contrarrestar la influencia que pudieran ejercer los clérigos locales, llama a los agustinos recoletos, una de las órdenes religiosas reciente, que había alcanzado cierto prestigio y estaba deseosa de extenderse por el territorio nacional. Y para su instalación les entregó 30.000 reales y una casa, que estaba junto al pozo, que por entonces “tenía un brocal de cantería bien labrada, y estaba debajo de un portal mantenido con cuatro postes”[5].

El 18 de diciembre de 1529 se instaló la primera comunidad de religiosos descalzos en Santa Cruz, formada por el prior fray Andrés Aguilera de la Madre de Dios y cuatro frailes, que se dedicaron a la cura de almas con asistencia a las parroquias de las localidades vecinas. Y comenzaron a construir un amplio convento que albergaría a un número elevado de frailes, llegando hasta 33 religiosos en su máximo esplendor. Muros de mampostería y bóvedas de arista realizadas con ladrillos, según se aprecia actualmente, sostenían el edificio de dos plantas, aunque en algún tramo llegan a alcanzar las tres, de forma rectangular con un claustro interior semejante.

Adosaron al lateral derecho del edificio conventual un hermoso y amplio templo hoy algo mejor conservado, gracias a la solidez de su fábrica, a pesar del abandono y el paso del tiempo. Las paredes de mampostería son gruesas y altas y están reforzadas con contrafuertes, cerradas las esquinas con sillares y coronadas con una sencilla cornisa granítica. Tres ventanas de tamaño mediano en derrame, rematadas con arcos escarzanos de ladrillo, se abren en la parte alta del crucero de la epístola y de las dos secciones continuas respectivamente.

La fachada principal, que contiene el único acceso a la iglesia desde el exterior, está a los pies, y daba a una lonja o atrio convertido hoy en calle pública. La puerta es un arco de medio punto con pilastras, apoyadas sobre un pedestal, decoradas con placados cajeados longitudinales, levemente almohadillados, que se prolongan a través del arco. Placados triangulares en las enjutas. El símbolo de la orden está sobre la clave del arco -un corazón del que sale una llama, atravesado por dos saetas en aspa-. Una cornisa volada lo separa de un segundo cuerpo que contiene en su parte central una hornacina con venera entre dos pilastras, lugar destinado a una ruda imagen de San Joaquín, tallada en piedra, padre de la Virgen María, advocación a la que estuvo dedicado el templo, que hoy se encuentra en la parroquia. Pequeñas pirámides superpuestas en los laterales adornan a este segundo cuerpo. Otra cornisilla actúa de cierre superior y, sobre ella, una cruz entre dos pirámides rematada con bolas. En el mismo eje, e inmediatamente encima de la cruz, se abre una ventana adintelada sin decoración con cornisa. Corona la fachada un frontón recto actualmente muy deteriorado con un óculo o ventana redonda en el centro que servía de adorno. A ambos lados de la hornacina están los escudos nobiliarios de la casa Chaves y Mendoza con las demás familias que fueron emparentando, colocados en el 1777 en agradecimiento por las muchas mercedes que seguían recibiendo de sus benefactores.

El templo tiene planta de cruz latina. El ábside y brazo derecho de la cruz formaban amplias capillas. El cuerpo de la iglesia lo constituye una sola nave distribuida en tres secciones. Bóvedas de cañón con lunetos cubren todo el edificio, apoyadas sobre arcos fajones y formeros graníticos de medio punto que descansan sobre los propios muros o sobre sencillas pilastras adosadas. El crucero lo forman cuatro pechinas que sostienen un pequeño tambor, sobre el que se levanta una amplia cúpula de media naranja o semiesférica de ladrillos, lucida en su parte interior y decorada con molduras radiales a manera de cordón helicoidal, motivo decorativo que se extiende por el perímetro de las pechinas.

El centro del crucero lo dedicaron al pozo de aguas milagrosas. Cuatro óculos en la cúpula, señalando la dirección de la cruz, daban claridad y luz al pozo, para el que construyeron un brocal redondo de una sola pieza maciza de unos 50 cm. de alto, de roca bien labrada con cuatro pétalos u hojas elípticas, colocadas en forma de aspa con círculos en el centro, encajadas en cuadrados, que circunda al símbolo de la orden, un corazón del que brota una llama. Al otro extremo está adosada una especie de pila de agua bendita avenerada, sin fondo, simulando media concha, destinada a los recipientes del agua milagrosa y, con el fin de que no se derramase una sola gota, hicieron un desagüe que vierte al pozo.

El coro ocupa el tramo de los pies de la nave central, sostenido por un arco escarzano y bóveda de cañón con lunetos; se prolonga por los laterales con balcones o tribunas formadas por grandes modillones-ménsulas de granito. Restos de pintura con motivos vegetales, geométricos y animados se conservan en ambos edificios, que, a pesar de que están muy deterioradas, los expertos las han catalogados de finales del siglo XVII o principios del XVIII.

La construcción del templo debió terminarse en la última década del siglo XVII, aunque no sabemos quién planificó y dirigió las obras. Pero la riqueza ornamental –fachada y decoración interior- y la nobleza de sus proporciones responden al esquema barroco de la época en que fue hecho. La finalización de las obras no supuso el olvido del misterio que envolvía al lugar. Los frailes, que no se explicaban la aparición continua de las luces y las aguas milagrosas, estaban convencidos de que en el subsuelo o en algún sitio próximo permanecían escondidas valiosas reliquias. Fray Simón de San Agustín mandó hacer excavaciones en el 1699, pero el Lignum Crucis, que era lo que con mayor insistencia buscaban, o parte de la cátedra de San Ildefonso, ni siquiera el sepulcro de algún santo, que diese respuesta a esos signos externos, aparecían. No obstante, el templo se convirtió en lugar de peregrinación y oración principalmente para la zona, y son muchos los fieles que entregan generosos donativos o encargan misas a perpetuidad por su alma.

El 18 de septiembre de 1835 se produce la exclaustración de los frailes de Santa Cruz de la Sierra y el convento con el templo se venden. Pero el pozo continuaba manando aguas milagrosas que se aplicaban para curar la viruela del ganado lanar, una vez que la vacuna que erradicó dicha enfermedad en las personas ya estaba inventada. Así lo acredita don Manuel Hidalgo, maestro de la localidad en el 1898.

Con el transcurrir del tiempo, que lo borra todo, el pozo cayó en el mayor de los olvidos y se cegó, algunos se atrevieron a afirmar que el emplazamiento más antiguo había sido el de una mezquita, al ver las aguas en su interior, y el templo terminó convirtiéndose en pajal, establo y albergue para utensilios agropecuarios.

Pero en 1999 publico dos artículos, uno reducido en la revista Comarca de Trujillo, nº 188, y un segundo más detallado en la revista Alcántara, nº 47, de Cáceres, a los que siguieron otros varios, donde expongo la trayectoria de las aguas milagrosas y las destellantes luces, consciente de que los habitantes debían conocer su pasado. Los vecinos lo leen, lo comentan y el lugar se adecenta por parte de la propiedad. Y los visitantes pueden contemplar parte de la historia del lugar resumida en dicho pozo. A pesar de que cada uno cuenta el hecho a su manera, todos entienden que aquello está lleno de historia y es significativo para el pueblo. Pero un buen día el brocal aparece a la puerta del convento y las autoridades locales entienden que alguien quiere llevárselo y hablan con la propiedad y con su permiso lo trasladan al Centro de Interpretación, recientemente creado en la localidad, donde pronto se convirtió en un reclamo turístico importante para el pueblo. A principio del verano pasado el dueño de la finca, sin más explicaciones, se llevó el citado brocal a Trujillo y el asunto quedó en manos de SEPRONA.

Un expolio más de los muchos que ha sufrido esta localidad a lo largo de los tiempos, aunque aún me queda la esperanza de que no tardando mucho la citada pieza histórico-artística vuelva a Santa Cruz de la Sierra, por formar parte de su patrimonio, y las autoridades competentes a nivel regional hagan todo lo posible porque así sea, si verdaderamente queremos promocionar a nuestros pueblos.

 

[1] Vid. I: 1786. 

[2] Vid. I: 1786. 

[3] MORENO de VARGAS: 172.

[4] Vid. CILLÁN: 2015.

[5] Vid. I: 1786. 

Convento Agustino en Santa Cruz de la Sierra (Cáceres)

Vista posterior del Pozo Milagroso del Convento Agustino en Santa Cruz de la Sierra (Cáceres)

Vista frontal del Pozo Milagroso del Convento Agustino en Santa Cruz de la Sierra (Cáceres)

Bibliografía utilizada

 BARRIENTOS ALFAGEME, G.: Extremadura. Por López (1785/1786). Mérida. Se cita (I-1786).

CILLÁN CILLÁN, F. (1999): “El convento agustino de Santa Cruz de la Sierra” en la revista Comarca de Trujillo, nº 188, agosto-septiembre, págs. 60-62.

– (1999): “El convento de Santa Cruz de la Sierra: de oratorio alcantarino a convento agustino”, en la revista Alcántara. Cáceres, nº 47, mayo-agosto, págs. 59-94.

– (2001): “Los frailes agustinos en Santa Cruz de la Sierra” en XXVII Coloquios Históricos de Extremadura, 2001, págs. 63-80.

– (2003): “La Arquitectura de la Iglesia conventual de Santa Cruz de la Sierra” en revista Piedras con raíces, Ed. Asociación por la Arquitectura Rural Tradicional de Extremadura, Cáceres.

– (2014 ): “El convento agustino de Santa Cruz de la Sierra. Historia y arte” en la Revista Agustiniana. Vol. LV-Mayo-Agosto. Número 167, págs. 349-372. Guadarrama. Madrid. ISSN 0211-612X. Depósito Legal: M-17033-2013. (Francisco Cillán  y José Antonio Ramos).

– (2015): Venta de Santa Cruz de la Sierra, un lugar del alfoz de Trujillo. Diputación Provincial de Cáceres.

– (2016): “Aportaciones Históricas-Antropológicas: Los Agustinos Recoletos en la Provincia de Cáceres” en Revista Agustiniana. Vol. LVII. Septiembre-Diciembre. Nº. 174.  Elaborado por José Antonio Ramos Rubio y Francisco Cillán Cillán. Guadarrama (Madrid). Págs. 523-550.

– (2018): “Análisis de los monumentos de Santa Cruz de la Sierra”, en la Jornadas Internacionales de la Tierra de Trujillo, celebradas en Santa Cruz de la Sierra el 9 de junio, con motivo del V Centenario del nacimiento de Ñuflo de Chaves. Inédito.

HIDALGO AGUILAR, M. (1896): Apuntes para una historia de Santa Cruz de la Sierra. Inédito.

Libros Sacramentales de Santa Cruz de la Sierra.

MORENO DE VARGAS, Bernabé (1633): Historia de la ciudad de Mérida. Institución Cultural “Pedro de Valencia”. Diputación Provincial de Badajoz, 2ª edición, 1974.