CATALOGACIÓN DE OBRAS PICTÓRICAS INÉDITAS DE ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS EN EXTREMADURA

Presentamos una muestra de obras pictóricas de artistas extremeños o afincados en la región correspondientes a los años finales del siglo XIX y el siguiente. Son cuadros inéditos, no catalogados hasta el presente estudio, en el mercado que han permanecido en propiedad de algunas familias y todos ellos pueden ser declarados excelentes por su importancia artística. Obras de Covarsí, pintor de principios del siglo XX, estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1903). En 1907 ocupó la plaza de profesor de Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz. Viajando por España, Italia, Francia, Portugal, Gran Bretaña y los Países Bajos para completar su formación. En su obra destaca su interés por los paisajes y atardeceres otoñales. Desarrolló una labor cultural importante desde su puesto como Director de la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz y como primer Director del Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz, establecido en 1922. Obtuvo la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1948. Ofrecemos una magnífica obra de Eugenio Hermoso, acreditado pintor que nace en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en febrero de 1883 y con quince años inicia sus estudios de Bellas Artes en Santa Isabel de Hungría (Sevilla) en 1898. Recibe clases de Mattoni y de Jiménez Aranda. Copia a Zurbarán y a Murillo en el Museo y de la estatuaria antigua de los restos romanos de Itálica. Conoce a Gonzalo Bilbao. Se traslada a Madrid en 1901 y dos cursos más tarde se declara independiente y presenta por primera vez obras en la Exposición del Círculo de Bellas Artes, obteniendo el premio de la Duquesa de Denia con el cuadro. “Muchacha haciendo media”,  hoy del Museo de Cádiz. Fue becario del Exmo. Ayuntamiento de Fregenal y de la Exma. Diputación Provincial de Badajoz y en plena juventud fue nombrado por S.M. El Rey D. Alfonso XIII, Comendador ordinario de la Orden Civil de Alfonso XII, canjeada luego por la Encomienda con Placa de Alfonso el Sabio. Desde 1904 hasta 1948 participo en casi todas las Exposiciones Nacionales, celebradas en Madrid, exponiendo un total de 87 cuadros y consiguiendo todos los premios que en ellas se conceden: Medallas de bronce, de plata y de oro, más la Medalla de Honor (1948), con “Altar” y “La Siembra”.  Sus obras figuran en numerosos museos nacionales y extranjeros y participó en exposiciones de arte español en Buenos Aires, Santiago de Chile, Panamá, Bruselas, Londres…,celebrando asimismo numerosas exposiciones de carácter particular en España y América.

La obra más reciente que presentamos en este estudio se debe al pintor fallecido en el año 2005 en Cáceres, Juan José Narbón. Nació en San Lorenzo del Escorial, 1927, pero se afincó en nuestra región (su madre era extremeña). La huella de Narbón ha quedado impresa en sus cuadros que poseen una gran fuerza expresiva que se correspondía con su entusiasmo vital. Estudió en la Escuela de San Fernando de Madrid sin terminar la formación académica. Viajó por Europa donde se encontró con el artista Wolf Vostell, al que había conocido en Cáceres anteriormente y participó en algunos de sus háppenings. Es en los años setenta cuando tras unos años de búsquedas expresionistas y abstractas, cobra una gran personalidad con su neofiguración crítica convirtiéndose en una figura de vanguardia cultural y artística en la ciudad de Cáceres. Narbón es un claro exponente de la pintura extremeña de la segunda mitad del siglo XX.

Hemos localizado en una casa particular una obra inédita del recientemente fallecido Jaime de Jaraíz (4 de septiembre de 2007). Natural de Jaraíz de la Vera, donde nació el 23 de abril de 1934, hijo predilecto de su pueblo y miembro de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras. Estudió y fue profesor de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando gracias a una beca que le dio su pueblo. Tras el éxito de sus obras en España se decide exponer en el extranjero, Estocolmo en 1963; Johannesburgo y Pretoria en 1966; Texas en 1967; New York, Dallas y Los Ángeles en 1968, etc…

 

Adelardo Covarsí

Paisaje

Fdo. Ang. Inf. Izqdo. Adelardo Covarsí

Colección particular (Cáceres)

Óleo sobre lienzo

Circa década 1910

Medidas: faltan

Sorprende, por su versatilidad, este bello paisaje del pintor pacense Adelardo Covarsí Yustas (1885-1951), quien debió ejecutarlo en el transcurso de su carrera en el que se vio seducido en cierto modo por el tratamiento pictórico y lumínico del impresionismo francés, a raíz del viaje que realizó en 1907 por Europa, una vez establecido como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz. En dicho viaje pudo visitar distintas ciudades de Italia, Francia, Inglaterra y los Países Bajos, y, dada las influencias con las que entró en contacto en dicho periplo, la crítica histórico-artística ha hablado de cierta modernidad en los cuadros de paisaje que realizó inmediatamente después.

En dichos lienzos, del que sin duda es deudor el que nos ocupa, tomaron forma plástica las impresiones lumínicas anotadas en un cuaderno, que luego recreó en el taller, con una técnica próxima al Impresionismo, que sin duda conoció. Pinceladas amplias, jugosas, hábiles y de factura suelta, a veces muy empastadas, de menor tamaño en otras, combinadas con un alegre y atractivo colorido y un sistema abierto de composición, sin previa organización de los elementos integrantes del lienzo.

De este modo se puede definir la etapa de controlado impresionismo, que en el caso de Adelardo Covarsí daría paso, a partir de 1920, a convertir en protagonista de sus lienzos a la llanura extremeña, en unas vistas plasmadas bajo tonalidades rojizas, naranjas o violetas de una luz crepuscular que ambienta lejanos horizontes poblados de algodonosas nubes teñidas de matices rosáceos; estos paisajes, poblados con sus ya consabidos cazadores o gentes portuguesas, harán de los mismos lo más característico de su producción. Por tal motivo, sus paisajes más modernos se han convertido en la actualidad en piezas muy difíciles de admirar y más aún de adquirir, pues los años que sucedieron al viaje por Europa de 1907 no dejaron de ser, dentro de toda su carrera, una etapa de experimentación. 

UN EQUIPO DE INVESTIGADORES DESCUBREN UN LECHO RUPESTRE EN CECLAVÍN Y LOS TESTIMONIOS DE Incubatio en la Hispania Celtica

UN EQUIPO DE INVESTIGADORES DESCUBREN UN LECHO RUPESTRE EN CECLAVÍN Y LOS TESTIMONIOS DE Incubatio en la Hispania Celtica

El equipo extremeño compuesto por Martín Almagro Gorbea, Julio Esteban Ortega, José Antonio Ramos Rubio y Oscar de San Macario Sánchez han descubierto recientemente los testimonios de Incubatio en Ceclavín, un lecho rupestre inédito y único hasta el momento en Extremadura, habíéndose encontrado solamente dos en la España Peninsular. El de Ceclavín está situado junto a un arroyo y orientado con precisión hacia el norte, verosímilmente hacia los numina o divinidades del Más Allá, debe relacionarse con la tradición de incubatio de la Hispania Celtica, cuyos documentos se analizan junto a la tradición popular conservada en Galicia de magia curativa en lechos rupestres. El trabajo de investigación ha sido publicado en la prestigiosa revista científica MHNH (REVISTA INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN SOBRE MAGIA Y ASTROLOGÍA ANTIGUAS).

La peña granítica, conocida popu­larmente como “Cancho del Moro”, se alza junto al arro­yo rodeada de otros canchales cubiertos de altos y espesos jarales, monte bajo y arbus­tos en la finca de los «Lirios». Las estructuras talladas en el bloque occidental, a juzgar por la forma que ofrecen, parecen corresponder, con bastante verosimilitud, a un lecho con su almohada y su escabel, junto a un “trono” o sillón a sus pies. Todo el conjunto pétreo indica claramente una funcionalidad práctica, relacionada con creencias mágicas y se consideran del Paleolítico Superior. El “Cancho del Moro” de Ceclavín puede considerarse un monumento de un tipo hasta ahora desconocido, relacionado con ritos mágicos de incu­batio, que confirma el interés que ofrece el estudio de las peñas sacras de la Península Ibérica como verdaderos monumentos arqueológicos, al margen de su importancia etno­lógica y para la historia de la magia y de la religión.

La incubatio es un rito que consiste en recibir una revelación por medios mágicos desde el Más Allá a través de un sueño, muchas veces relacionado con los ancestros, para conocer el futuro o el remedio para una curación.

Este tipo de lechos se orientaban al Este, a la sali­da del Sol, por lo que a la derecha quedaba el Sur, tuas, que significa “arriba”, donde gira y luce el sol durante el día, que era la región favorable y de los vivos por ser el lado luminoso del mundo. El lado contrario, a la izquierda, era el Norte, ichtar, que significa “abajo”, donde pasa el sol la noche, en el Sid o Más Allá, donde perma­necen los muertos, de donde deriva su sentido maléfico, aunque también en el Sid residen los héroes que otorgarían la revelación en el sueño de la incubatio. La intencionada orientación al Norte que ofrece el lecho de Ceclavín, probable­mente a la Estrella Polar, puede relacionarse con observaciones astrales de raíces prehistóricas ancestrales, que se suponen de tradición indoeuropea. Este concep­to de orientación estaba estrechamente relacionado con una concepción cosmológica del mundo, semejante a la documentada en las tradiciones del mundo clásico y en las divisiones del cielo de los primitivos germanos conservadas en Escandinavia. Esta correcta orientación cósmica formaba parte de la visión mágica del mundo y era imprescindible para que el ritual fuera acorde con el orden del kosmos, como en las conocidas tradiciones romanas del templum, la auguratio (Fest. 285; Varr., l.l. 5,143) y el mundus como lugar umbilical de unión del cielo, la tierra y el infierno.

En consecuencia, constituyen un testimonio de las creencias mágicas en la religión popular prerromana que no podemos conocer por otros medios. En efecto, las peñas sacras documentan ritos de las clases populares, que no se reflejan en la epigrafía ni en los hallazgos arqueológicos, pues se realizaban en elementos de la naturaleza no monumentalizados, como sacra saxa, arbo­res sacrae y fontes sacrae, que son verdaderos monumentos arqueológicos y deben ser conservados y protegidos como tales. En este contexto, destaca el interés de este nuevo testimonio de incubatio de la Hispania Celtica.