La arquitectura del cementerio municipal de Riolobos (1885), obra de Vicente Paredes

La arquitectura del cementerio municipal de Riolobos (1885), obra de Vicente Paredes

Cronista Oficial de Riolobos

El 31 de octubre de 2022, víspera del día de Todos los Santos, presentamos en Riolobos los resultados de nuestra investigación sobre la obra y autores del cementerio municipal de 1885. Ya lo habíamos hecho previamente en los LI Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo (sept-2022). Nuestro objetivo fue presentar toda la documentación recuperada en los distintos archivos provinciales, y también en el municipal, sobre la gestación y realización de este singular edificio, obra inédita del arquitecto Vicente Pa­redes (1840-1916), que fue ejecutada por el contratista y maestro cantero riolobeño Santos Pu­li­do Calvo (1845-1896). El conjunto, situado sobre una colina amesetada, próxima al pueblo, se muestra como verdadero hito urbano integrado en el paisaje rural y como una especie de vértice geodésico del entorno próximo.

En una monografía sobre esta obra, publicada en 2024, hicimos una breve introducción sobre la historia de los ritos de inhumación que se realizaban desde finales del XVI en la iglesia parroquial de Santa Catalina, con una diferenciación selectiva entre las naves de seis, nueve y doce reales. En ella señalábamos que hasta principios del XIX no comienzan los enterramientos en el camposanto adosado a la iglesia, en el lado sur.

Los primeros intentos de construir un cementerio «ventilado», en las afueras del pueblo, datan de 1862, cuando el Gobierno Civil de la provincia insta a la Corporación municipal a construir, con suma premura, un nuevo cementerio alejado de la población para evitar la insalubridad del «lugar céntrico y estrecho» que era el cercado del camposanto citado. En los cuatro primeros años de la década siguiente comienza a aparecer en los presupuestos municipales una asignación para dicha obra de mil quinientas pesetas, que pronto sería de dos mil quinientas. Pero en ninguna de estas dos décadas se lleva a cabo, aunque se intentó señalando como lugar apropiado el llamado de los «Tejares» en una zona al poniente del pueblo. Será en el presupuesto de 1884-85 cuando la Comisión de presupuestos, formada por el alcalde Manuel Calvo y los concejales José González Monroy y Juan Egido Iglesias, incluye una partida de alrededor de once mil pesetas para la misma. Y a partir de aquí se inicia todo.

En sesión celebrada el 12 de octubre de 1884 se acordó elegir al arquitecto placentino Vicente Paredes Guillén para la dirección facultativa y para la realización de planos, proyecto y memoria, que en menos de dos meses llevaría a cabo. Tras la publicación de los anuncios de la sesión de subasta en el BOPCC, se convocó el 1 de marzo una sesión para la licitación de la obra, que fue adjudicada al citado alarife y cantero de Riolobos, Santos Pulido Calvo. El terreno, en el sitio de Calzones, al SW del pueblo, reunía todas las características físicas y de ubicación, adecuadas para la construcción del cementerio. Allí se compró a varios propietarios una superficie suficiente para todo el cercado y también varios metros para hacer el camino de acceso desde el pueblo.

Quizás el documento de mayor interés que hemos analizado sea la Certificación o Liquidación de la obra, realizada por Vicente Paredes, en la que, de manera precisa y muy pormenorizada, da cuenta de toda ella incluyendo estructuras constructivas, materiales, metros e importe de cada unidad de obra. Ese documento nos ha permitido describir todos los elementos arquitectónicos que conforman el edificio, a falta de la memoria y planos que no hemos encontrado en los archivos. En la citada certificación el arquitecto incluye también la «obra adicional de una alcantarilla sita en la Cagancha dentro del pueblo». Se trata de un pequeño puente, en la calle de este nombre, que hubo que construir como tal obra adicional para permitir el paso de la comitiva fúnebre desde la iglesia, por la calle Real, hasta el cementerio. Las avenidas periódicas del arroyo que conocemos como «la Zabancha» sólo podían salvarse con la construcción de esta alcantarilla.

Del acto oficial de la bendición del lugar el 8 de octubre, a las 4 de la tarde, tenemos información por el «Acta de Bendición» inserta en el Libro de Defunciones de la parroquia de Santa Catalina correspondiente a esos años. La realiza el notario eclesiástico (y también concejal y luego alcalde, y comerciante y ministrante, etc) José González Monroy. Con él firma el cura del momento, Martín Curto. En el acta se incluye el nombre de la primera persona que es inhumada en este nuevo cementerio municipal al día siguiente, el 9 de septiembre. Se trata de Blas González Mesa, natural de Galisteo y vecino de Riolobos, de oficio carpintero, casado con Encarnación Martín.

De especial interés son las listas de jornales y personas que realizaron, en el lugar, la explanación, nivelación del terreno, la «apertura de la zanja ó calleja del oeste», el «enrollado de 24 metros cuadrados á la puerta del cementerio» y «la traida y colocacion de hitos en el paseo exterior». Se emplearon seis semanas que, empezando el 20 de julio, con alguna interrupción, terminaron el 25 de octubre. El pago de los jornales era desigual dependiendo de la capacitación, edad, sexo, y disposición de caballerías, de los y las participantes. En la segunda semana trabajaron seis mujeres.

A partir de toda la información aportada en la certificación de la obra, podemos hacer una breve descripción de la arquitectura del cementerio en los siguientes términos:

«El edificio central de la fachada consta de un atrio cua­dra­do de unos 3 m de lado. En su parte oeste, una capilla con ar­ma­dura de madera y cubierta de teja; enfrente, un depósito del mis­mo tipo. Las cuatro paredes del atrio están perforadas por sen­dos vanos con arcos ojivales. Los del oeste y este sirven de puer­ta de la capilla y del depósito, y los otros, de acceso al atrio y al cementerio. Las esquinas de este espacio de entrada tienen pila­res, rematados al exterior con pináculos cónicos y cuatro mol­duras angulares en los lados. Además, en las dos esquinas de ca­pilla y depósito, en el interior del recinto, de nue­vo dos pilares con pináculos piramidales. Este conjunto de elementos (pilares, pi­ná­culos, arcos oji­va­les) complementa la singular cúpula cónica so­bre el atrio de en­tra­da. La bóveda in­terior, de fábrica de la­dri­llo, es doble. Un primer cuerpo tron­co­cónico de “bóveda de ½ pié” que apoya sobre cuatro pechinas y encima otra superior “de á tercia” que remata el conjunto. Al exterior es un perfecto cuer­po cónico que aporta una sorprendente coronación al edificio».

Realmente el constructor debió sentirse orgulloso de lo realizado. Por eso dejó su firma de manera sutil y visible para todos. En la cruz de hierro que corona la cúpula cónica, soldadas al travesaño, hay dos chapas metálicas perforadas con las letras S.P. En definitiva, estamos ante una singular construcción, en la que el alarife dejó su impronta y dio una adecuada respuesta técnica al proyecto de Vicente Paredes. Nos dejó una obra destacable por su belleza constructiva, su funcionalidad demostrada y su utilidad pública de primer orden.

Para ampliar información:

LUCÍA EGIDO, José Vidal: El cementerio municipal de Riolobos de 1885, obra inédita de Vicente Paredes y Santos Pulido. Coloq. Hcos. de Extremadura. Trujillo, septiembre de 2022. Y Dos obras públicas de Riolobos del s. XIX: El cementerio municipal de 1885 y el reloj de la torre de 1883. Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, julio de 2024.