CRONISTA OFICIAL DE ZARZA LA MAYOR

Antes de la construcción del actual Cementerio Municipal, los enterramientos se hacían en la iglesia y alrededores y en los terrenos contiguos a la ermita de San Antón o San Antonio Abad ( actual Centro de Identidad la Encomienda de Peñafiel) y en algunos casos en el Castillo y en San Bartolomé. Es en 1885 cuando se decide el lugar de construcción, aunque parece ser que en principio no iba situado en la actual ubicación y debido a algunos inconvenientes como la calidad del terreno y algún perjuicio a los derechos de algunos vecinos, se acordó, por unanimidad, que se edificara por cima de los hornos de ladrillo, tejar, haciendo, que al final, se situase en el lugar actual.
>En 1886 se inauguró el actual cementerio bajo la advocación y nombre de «Nuestra Señora de la Piedad», Madre afligida por la muerte de su Hijo, Madre que acoge, donde fueron trasladados todos los restos procedentes del anteriormente mencionado cementerio de San Antón. Fue construido por albañiles de la familia de los Requejos y bendecido por el párroco Don Nemesio Mateos Ollero el 11 de julio de 1886 siendo alcalde Don León Gazapo de Sande. Don Nemesio Mateos Ollero, natural de Casar de Cáceres que falleció el 30 de agosto de 1891, a pesar de llevar ya construido el cementerio cinco años, fue la última persona enterrada en la ermita del Castillo, según lo atestigua una lápida que se encuentra en mencionada ermita, en la nave, antes del presbiterio en el lado de la espístola. La primera persona enterrada en el Cementerio de la Piedad fue Juan Ruiz Cáceres el 17 de julio de 1886, seis días después de su bendición.
El cementerio ha sufrido diferentes remodelaciones y ampliaciones y en actas municipales podemos encontrar solicitudes de terrenos por diferentes familias para construirse sus enterramientos. Así en 1897 un vecino solicita tres metros de terreno para construir un panteón previo pago de lo acordado al Ayuntamiento. En 1939 otro vecino solicita cuatro metros de terreno y se le concede a diez pesetas por metro. En el año 1956 nuevamente otro vecino solicita construir un nicho por valor de 100 pesetas.

Además de los panteones, galerías de nichos y alguna sepultura en tierra, reposo eterno de los zarceños, desde el día 8 de diciembre de 2012, a la entrada del Cementerio hay un monolito de granito que dice: “ A los que dieron su vida por la libertad fusilados en el verano de 1936” y se escriben los nombres de dieciséis personas, con el siguiente epitafio “Nombres escritos, tumbas vacías, os seguimos buscando”.
>Cuenta el cementerio con 69 cruces de forja de bonita fábrica que coronan otros tantos panteones, un altar de cantería para la celebración de la misa el día de los Difuntos, un crucero y una bella entrada que tuvo que ser trasladada con motivo de la ampliación del campo santo por su parte izquierda, entrada con arco de medio punto, arco coronado por tres cruces en granito. En la puerta reza «Cementerio Municipal».
En esta festividad de Los Santos y los Difuntos, uno de los momentos más deseados por los monaguillos fue siempre la noche de los Santos. La costumbre consistía en que los días previos a esta celebración, los monaguillos salían por las calles a pedir alimentos y alguna moneda a los vecinos para pasar la noche en la terraza y campanario de la Iglesia, con la finalidad de «doblar» durante toda la noche por los difuntos. Una estampa inolvidable era aquella que se observaba desde el tejado de la Iglesia y que no era otra que el resplandor a lo lejos, en el cementerio, de cientos de velas que durante el día, los familiares de los seres queridos habían depositado, por lo menos, para iluminarlos esa noche.
>No a todos los monaguillos les dejaban sus padres pasar allí la noche entera, solo cuando tenían una determinada edad, el hecho se convertía en algo autorizado por los progenitores. La noche la pasaban bien, incluso eran muchos los niños y jóvenes que sin ser monaguillos deseaban subir a la terraza y por ello merodeaban por los alrededores de la iglesia para ver si por casualidad conseguían calentarse cerca de la hoguera que allí se prendía. Los monaguillos disfrutaban, pues la dadivosidad había sido grande y al lado de la lumbre pasaban la segunda noche del mes de las ánimas benditas.
Las festividades de Todos los Santos y los Difuntos eran para los monaguillos los días de “más trabajo”. Entre misas, noche en el campanario, acompañando al sacerdote en el rezo o canto de los responsos en el cementerio, sin saber lo que decían (pues los rezaban o cantaban en latín), constituían unas jornadas agotadoras.
>Hoy el Cementerio Municipal de Zarza la Mayor presenta una estampa envidiable acorde con lo que merecen los seres queridos de todos los zarceños, encontrando allí su descanso eterno.
D.E.P.