Nacido en Alcántara (Cáceres) en 1499, en el seno de una familia noble. Juan de Garavito (nombre de pila) en su más temprana juventud sintió fuertemente la llamada vocacional en la Orden Franciscana. Abandonó sus estudios en Salamanca en 1515 e ingresó en el monasterio de San Pedro de Majarretes, donde al tomar los hábitos tomó el nombre de Pedro. De carácter humilde, encontró su camino espiritual en la vida monástica más austera y sencilla, predicando la humildad como un camino inquebrantable para conseguir todos los parabienes celestiales y alcanzar la vida eterna. Conoció a Santa Teresa de Jesús, trabando una sincera amistad y convirtiéndose a su consejero más allegado, animándola a emprender la dura tarea de reformar la Orden del Carmelo y ayudándola con la creación de diversos monasterios Descalzos. De hecho, Santa Teresa se convirtió en la primera escritora en relatar una biografía de San Pedro de Alcántara.

Su fama se extendió por toda Extremadura e incluso llegó hasta la Corte, solicitándole el Emperador Carlos V que fuese su confesor durante su retiro en el Monasterio de Yuste, honor que la humildad de Pedro de Alcántara declinó.

San Pedro de Alcántara fundó, entre otros, el convento de El Palancar (Pedroso de Acim, Cáceres), protagonizó la reforma de la observancia de los llamados franciscanos alcantarinos. En el cercano convento de San Isidro de Loriana y vinculado a la historia de Montijo se celebraron los definitorios provinciales de 1557 y 1559, siendo elegido San Pedro de Alcántara, Comisario Provincial.

Murió austeramente entre sus hermanos dando a gracias al Creador, el 18 de octubre de 1562 en Arenas de San Pedro (Ávila). Fue canonizado en 1669 por Clemente IX. En 1675 fue nombrado patrón de la diócesis de Coria (hoy Coria-Cáceres). El Papa Juan XXIII declaró el 22 de febrero de 1962 a San Pedro de Alcántara patrono principal de la región, junto a la Virgen de Guadalupe, por su breve “Commune patrae solum”, celebrándose su festividad el 19 de octubre.

Fue la Diputación Provincial de Cáceres la que, a mediados del siglo XX, promovió erigir una estatua pública en honor al santo. El encargo recayó en Enrique Pérez Comendador (Hervás,1900-Madrid,1981), uno de los grandes escultores extremeños del siglo. El San Pedro cacereño, en la fachada exterior de la concatedral Santa María de Cáceres, es un bronce de unos 2,5 metros y 650 kilos, fundido en la casa Hermanos Codina (Madrid), a partir de un modelo previo tallado en cedro que hoy conserva el museo dedicado al escultor en Hervás, su localidad natal.

Pérez Comendador prestó a San Pedro de Alcántara su propio rostro y compuso el cuerpo siguiendo las descripciones clásicas del fraile asceta, que aprieta una cruz contra el pecho y tiene los ojos cerrados en una expresión que transmite una gran serenidad y recogimiento.

(Fotografía: Altar de San Pedro de Alcántara en el convento de El Palancar)

Manuel García Cienfuegos

Cronista Oficial de Montijo y Lobón