Guía de Cáceres y su Provincia

Guía de Cáceres y su Provincia

CRONISTA OFICIAL DE ZARZA LA MAYOR

Hace unos días, una gran amiga y compañera de profesión me legó y a la vez me hizo depositario de un libro titulado «Guía de Cáceres y su Provincia», editado en El Noticiero y escrito por Julio Rosa Roque, texto que se refiere a datos de la capital cacereña y de todos los pueblos de la provincia en 1951, hace casi 75 años.
Como no puede ser de otro modo, el hecho de que haya caído en mis manos me llena de satisfacción porque el libro procede de la extensa y rica biblioteca de Don Enrique García Carrasco, el que fuera maestro en Marruecos, Profesor de Instituto y Orientador en el primer equipo de Orientación Educativa de la provincia de Cáceres y hermano de los inspectores educativos Don Francisco y Don Florencio García Carrasco. Su hija pensó en mí como depositario del libro y para mí es un honor contar en mi biblioteca personal con esta joya relativa a nuestra provincia.
No me atrevo a comparar la obra, porque los momentos son distintos, sus autores también lo son, las fuentes muy diversas y el proceso de recogida de datos distinto, aunque siempre recurriendo a informantes. He de decir que cuando cayó en mis manos, rápidamente rememoré otras obras anteriores como el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1754 con sus 40 preguntas, el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791 con sus 57 preguntas o el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz de 1844-1845.
En el caso que me ocupa, el autor Julio Rosa Roque, en esta guía, desgrana quince aspectos del devenir de nuestros pueblos, aspectos agrupados bajo los epígrafes de administración local, judicial, militar, eclesiástico, enseñanza, sanidad, industria y comercio, hospedería, establecimientos de bebida, salas de fiesta, ferias y fiestas, edificios principales, alumbrado, medios de comunicación y término municipal. Además, la guía recoge otros datos como relación nominal de industrias, títulos de nobleza, agentes comerciales, almazaras, farmacias, harinas, molinos maquileros, médicos, ultramarinos y coloniales, para terminar con anuncios de negocios y empresas de la época quedando claro, de antemano, que lo que aparece en la guía es lo que los informantes transmitieron al autor en el momento de la confección de la misma, por lo que en ella se expresa, ad literam, lo siguiente, como nota aclaratoria: «Se limita exclusivamente a orientar al púbico en aquello que, por necesidad o curiosidad, pretenda conocer de Cáceres y su provincia, sin que sus datos y cifras impliquen más garantía que la honorabilidad y buena fe de las personas que informaron a su Autor».
En próximas crónicas iré ofreciendo lo que sobre Zarza la Mayor se recoge relativo a los aspectos anteriormente mencionados y algún que otro detalle o dato que también se incluye.
Y como no sólo me leen desde esta atalaya de Cronista Oficial de Zarza la Mayor personas de Zarza o vinculadas a Zarza, me ofrezco para pasarles, también, a quien lo desee, solicitándomelo por privado, la información sobre cualquier otro pueblo que esté recogido en la guía, sin ningún tipo de compromiso.
Sabéis dónde encontrarme.
Emilio Arroyo Bermejo
CRONISTA OFICIAL DE ZARZA LA MAYOR

EL BAR DE MORENO

EL BAR DE MORENO

CRONISTA OFICIAL DE ZARZA LA MAYOR

El 12 de julio de 1909 nace Alberto Hurtado Florencio. Ese mismo año, el 21 de noviembre nace Norberta Requejo Borrega. Alberto y Norberta contraen matrimonio y nacen dos hijos: Miguel y Milagros. Miguel nació el 23 de abril de 1935 y Milagros nace el 13 de febrero de 1940.
El matrimonio, con sus hijos, vivieron en el Fortín y cuando Milagros tenía seis años se trasladan a la Plaza Mayor nº 13, donde arrendaron la casa hasta que posteriormente la compraron.
Al llegar a la Plaza, el señor Alberto abre un bar y a los dos o tres años, su mujer, la señora Norberta, pone una tienda de comestibles, ultramarinos, que pasados los años regenta su hija Milagros. Por su parte, Miguel, que era carpintero, atendía su carpintería en su casa, oficio que aprendió del señor Casto en la calle San Juan.
Miguel se casó con Matilde Blanco Núñez y tienen cinco hijas, Milagros, María del Mar, María Luisa, Ana Isabel y Patricia. Miguel emigró a Barcelona como muchos zarceños por esa época. Antes estuvo trabajando en el Salto de Alcántara y al recalar en Barcelona trabajó como carpintero en un astillero y como anécdota, contribuyó a la reparación de un barco de Manolo Escobar.
El negocio de Alberto Hurtado Florencio era conocido como “Bar Moreno”. Este nombre no le provenía ni por su apellido, ni por ser moreno, sino que Alberto, siendo joven, cuando se esquilaban las ovejas, ayudaba en estas tareas y los esquiladores cuando se producía alguna herida con la tijera a las ovejas le decían a Alberto: “trae ceniza Moreno”, pues la ceniza ayudaba a curar y a Alberto le llamaban así, cariñosamente y por ello el bar se denominó “Bar Moreno”.
En una ocasión Alberto había hecho un pedido de suministros para el bar y al llegar el distribuidor vio que en la puerta había un cartel nuevo que ponía “Bar Moreno”, ante lo que el distribuidor preguntó que si el bar lo llevaba ya otra gente, pues en los papeles del distribuidor rezaba “Alberto Hurtado Florencio”.
Alberto, “Moreno”, no se conformó con llevar solo este bar, durante algún tiempo, junto con Francisco (Paco) Durán Clavero, que tenía otro bar al lado del Ayuntamiento, gestionaron ambos el bar del Cine Teatro Bofill, también en la Plaza.
El bar de Moreno era un lugar muy visitado por los zarceños y en muchas ocasiones por los Guardias Civiles que vivían en casas cercanas a la Plaza, pues el cuartel de la Guardia Civil estaba en el Altozano y en el cuartel solo vivían los mandos.
Norberta, mujer de Moreno, hacía un bacalao en escabeche buenísimo que acompañado de buen vino y cervezas posibilitaba que muchos clientes pasaran un excelente rato en invierno echando una firma al brasero de picón.
En el piso de arriba, de la Plaza nº 13, había un salón para el baile, con el suelo de madera y Norberta se ponía en la puerta para controlar la entrada, pero siempre había “algún listillo” que por la reja del balcón quería colarse. El baile era los domingos y en muchas ocasiones tocaba Miguel, hijo de Moreno, la trompeta, que había aprendido a tocar con “tío Guiñapo” y la batería la tocaba Isidoro Guardado Montero, recientemente fallecido, hijo de Isidro Guardado Sánchez y de María Montero Rodríguez. Como el suelo era de madera, las muchachas se quitaban los zapatos y los metían debajo de los bancos alrededor del salón y la explosión y la alegría aparecía cuando se tocaba “La Raspa”.
Bar, tienda y salón de baile en la misma edificación, un lugar de encuentro en Zarza, un lugar de conversación y diversión de la mano de “Moreno” y Norberta y sus hijos Miguel y Milagros.
Moreno murió el 28 de octubre de 1981, Norberta, casi con 99 años murió el 22 de septiembre de 2007. Miguel nos abandona el 31 de julio de 2013.
Viendo a Milagros, seguro que en la retina de muchos zarceños permanecen esos recuerdos, recuerdos inolvidables para las generaciones de zarceños que al son de la “Raspa”, el escabeche y el buen vino, pasaron inolvidables momentos en el “BAR DE MORENO”.

EL CEMENTERIO DE ZARZA LA MAYOR Y LA FIESTA DE LOS SANTOS Y LOS DIFUNTOS

EL CEMENTERIO DE ZARZA LA MAYOR Y LA FIESTA DE LOS SANTOS Y LOS DIFUNTOS

CRONISTA OFICIAL DE ZARZA LA MAYOR

Antes de la construcción del actual Cementerio Municipal, los enterramientos se hacían en la iglesia y alrededores y en los terrenos contiguos a la ermita de San Antón o San Antonio Abad ( actual Centro de Identidad la Encomienda de Peñafiel) y en algunos casos en el Castillo y en San Bartolomé. Es en 1885 cuando se decide el lugar de construcción, aunque parece ser que en principio no iba situado en la actual ubicación y debido a algunos inconvenientes como la calidad del terreno y algún perjuicio a los derechos de algunos vecinos, se acordó, por unanimidad, que se edificara por cima de los hornos de ladrillo, tejar, haciendo, que al final, se situase en el lugar actual.
>En 1886 se inauguró el actual cementerio bajo la advocación y nombre de «Nuestra Señora de la Piedad», Madre afligida por la muerte de su Hijo, Madre que acoge, donde fueron trasladados todos los restos procedentes del anteriormente mencionado cementerio de San Antón. Fue construido por albañiles de la familia de los Requejos y bendecido por el párroco Don Nemesio Mateos Ollero el 11 de julio de 1886 siendo alcalde Don León Gazapo de Sande. Don Nemesio Mateos Ollero, natural de Casar de Cáceres que falleció el 30 de agosto de 1891, a pesar de llevar ya construido el cementerio cinco años, fue la última persona enterrada en la ermita del Castillo, según lo atestigua una lápida que se encuentra en mencionada ermita, en la nave, antes del presbiterio en el lado de la espístola. La primera persona enterrada en el Cementerio de la Piedad fue Juan Ruiz Cáceres el 17 de julio de 1886, seis días después de su bendición.
El cementerio ha sufrido diferentes remodelaciones y ampliaciones y en actas municipales podemos encontrar solicitudes de terrenos por diferentes familias para construirse sus enterramientos. Así en 1897 un vecino solicita tres metros de terreno para construir un panteón previo pago de lo acordado al Ayuntamiento. En 1939 otro vecino solicita cuatro metros de terreno y se le concede a diez pesetas por metro. En el año 1956 nuevamente otro vecino solicita construir un nicho por valor de 100 pesetas.

Además de los panteones, galerías de nichos y alguna sepultura en tierra, reposo eterno de los zarceños, desde el día 8 de diciembre de 2012, a la entrada del Cementerio hay un monolito de granito que dice: “ A los que dieron su vida por la libertad fusilados en el verano de 1936” y se escriben los nombres de dieciséis personas, con el siguiente epitafio “Nombres escritos, tumbas vacías, os seguimos buscando”.
>Cuenta el cementerio con 69 cruces de forja de bonita fábrica que coronan otros tantos panteones, un altar de cantería para la celebración de la misa el día de los Difuntos, un crucero y una bella entrada que tuvo que ser trasladada con motivo de la ampliación del campo santo por su parte izquierda, entrada con arco de medio punto, arco coronado por tres cruces en granito. En la puerta reza «Cementerio Municipal».
En esta festividad de Los Santos y los Difuntos, uno de los momentos más deseados por los monaguillos fue siempre la noche de los Santos. La costumbre consistía en que los días previos a esta celebración, los monaguillos salían por las calles a pedir alimentos y alguna moneda a los vecinos para pasar la noche en la terraza y campanario de la Iglesia, con la finalidad de «doblar» durante toda la noche por los difuntos. Una estampa inolvidable era aquella que se observaba desde el tejado de la Iglesia y que no era otra que el resplandor a lo lejos, en el cementerio, de cientos de velas que durante el día, los familiares de los seres queridos habían depositado, por lo menos, para iluminarlos esa noche.
>No a todos los monaguillos les dejaban sus padres pasar allí la noche entera, solo cuando tenían una determinada edad, el hecho se convertía en algo autorizado por los progenitores. La noche la pasaban bien, incluso eran muchos los niños y jóvenes que sin ser monaguillos deseaban subir a la terraza y por ello merodeaban por los alrededores de la iglesia para ver si por casualidad conseguían calentarse cerca de la hoguera que allí se prendía. Los monaguillos disfrutaban, pues la dadivosidad había sido grande y al lado de la lumbre pasaban la segunda noche del mes de las ánimas benditas.
Las festividades de Todos los Santos y los Difuntos eran para los monaguillos los días de “más trabajo”. Entre misas, noche en el campanario, acompañando al sacerdote en el rezo o canto de los responsos en el cementerio, sin saber lo que decían (pues los rezaban o cantaban en latín), constituían unas jornadas agotadoras.
>Hoy el Cementerio Municipal de Zarza la Mayor presenta una estampa envidiable acorde con lo que merecen los seres queridos de todos los zarceños, encontrando allí su descanso eterno.
D.E.P.